¿Cuando salió bien dices “he sacado” y cuando te fue fatal te sale un “me han puesto”? Estamos todos tan acostumbrados a vivir bajo continua puntuación, que no nos damos ni cuenta de que eso es más propio del colegio que de una sociedad madura, una que asumiría como propias sus notas buenas o malas. Aunque mientras llegamos a ese punto de responsabilidad, necesitamos medir para mejorar.
El sueldo no lo es todo, cada vez nos importa más el salario emocional, ese que no se cuenta cuantitativa sino cualitativamente. Pero lo que sí afecta a tu compensación debe estar fundamentado para poder valorarlo. Una scorecard sensata, una evaluación lo más integral posible, un feedback asertivo por ambas partes y una buena frecuencia podrían ser el inicio de un equipo consolidado y comprometido.
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