El sábado perdí a una persona muy querida para mí. Y aunque todavía sigo doliendo, quiero celebrar su vida en vez de su muerte. Porque ella fue un ejemplo para todos y nos deja un legado que espero sepamos honrar. Pero sobre todo, porque la mayoría de nosotros nunca nos paramos a pensar en algo que, nos guste o no, será seguro para todos.
No sé si alguna vez te lo has planteado: alguien que está sufriendo, o que siente que ya ha hecho todo lo que vino a hacer a este mundo, podría tener un deseo profundo de marcharse y lo contrario podría resultarle terrible. Así que el hecho de partir podría resultarle una gran liberación.
Sin embargo, la parte más dura puede ser el dolor, los afectos y sin duda los apegos de los que nos quedamos aquí. Eso es lo que nos hace llorar desconsolados, la certeza de que ya no podremos volver a abrazar a esa persona, hablar con ella, tomarle la mano mientras la miramos a los ojos.
Y ahora te digo: ¿y si todo esto lo llevamos también a otros ámbitos? Es posible que en algún momento te hayas visto inmerso en relaciones, trabajos, o decisiones que sabías no llevaban a ninguna parte, pero que a pesar de todo no podías dejar ir, dejar morir.
Sí, lo sé, te apetecería más hablar del finde y de cosas más alegres. Pero para desearte un bendito viernes no me necesitas a mí… yo sólo pretendo que todos reflexionemos, un poco cada día. Honra tu vida. Celebra la vida.
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